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El varicocele consiste en la dilatación de las venas que drenan la sangre de los testículos, producida por un reflujo o descenso de la sangre desde la vena renal al testículo.

Es una enfermedad muy frecuente, crónica y progresiva, que afecta sobre todo a adolescentes. Puede producir dolor testicular o incluso infertilidad, por lo que es necesario diagnosticarla precozmente. En numerosas ocasiones el varicocele no da síntomas, por lo que muchos casos se detectan  durante un examen físico rutinario de forma casual. Otras veces pueden producir síntomas como dolor en los testículos (sobre todo en el lado izquierdo) o sensación de masa o peso en la zona escrotal. El dolor es más intenso cuando el paciente se encuentra de pie, y se alivia al colocarse tumbado.

Los distintos tipos de varicocele se pueden clasificar de la siguiente forma:

Grado 0 (subclínico): no palpable ni visible en reposo o durante la maniobra de Valsalva (que consiste en aumentar la presión abdominal, por ejemplo, indicándole al paciente que tosa), aunque demostrable mediante pruebas especiales (ecografía Doppler).

Grado 1: palpable durante la maniobra de Valsalva, pero no de otro modo.

Grado 2: palpable en reposo, pero no visible.

Grado 3: visible y palpable en reposo.

No se conoce una causa concreta que produzca la formación del varicocele, de tal modo que actualmente es considerada una enfermedad multifactorial, es decir, producida por la suma de diferentes factores. La peculiar anatomía de la vascularización testicular, la mayor presión de la sangre en el lado izquierdo, el aumento de flujo sanguíneo a los testículos durante la pubertad, o la sobreexpresión de proteínas como Bcl-2, se consideran posibles causas de esta enfermedad.

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